EL DISCRETO ENCANTO DE LAS AUDITORÍAS BANCARIAS

A modo de justificación, debo decir que el origen y la urdimbre de la crisis financiera y económica mundial que estamos padeciendo, conocida vulgarmente como “crisis subprime”, me ha llevado a investigar, con muchas limitaciones, los orígenes y el desarrollo de esta catástrofe económica, especialmente la que afecta a nuestro país, y el porqué del papel desempeñado en los últimos años por las instituciones financieras ---el sector bancario, en general— que se dedicaron fundamentalmente a financiar el “ladrillo”, concentrando las inversiones en este sector y en la financiación de la viviendas residenciales, con los resultados ya conocidos, sin tener en cuenta las normas más elementales de la gestión de riesgos. El último trabajo sobre este tema es el que encabeza esta introducción. Los que tengan la curiosidad de leerlo se preguntarán por qué un jubilado como ellos mismos se complica la vida escribiendo sobre un tema tan complejo, y llegarán a la conclusión de que es un caso de deformación profesional, que no difiere de lo que pienso yo mismo en algunos momentos de reflexión en los que hago autocrítica.

Recientemente, un amigo asturiano, también jubilado, me facilitó la coartada para una justificación más llevadera de mi deriva profesional. Está contenida en de una de las muchas creaciones que circulan por la Red, titulada “ El Nobel ”. Se trata de una frase de Mario Capecchi, genetista molecular, italo-norteamericano, que ganó el Premio Nobel en el año 2007, juntamente con otros dos científicos, pero que salvando la comparación de conocimientos entre él y los de este humilde divulgador, me sirve como autojustificación. La frase en cuestión, es la siguiente:

“Tengo 71 años: cuanto más estudio, menos sé y más me divierto”.

¡Pues eso! Al menos a uno le vale para tener las neuronas a pleno rendimiento.

José Gómez Blanco.

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17 Setiembre 2009.