ASOCIACION DE JUBILADOS
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A PROPÓSITO DE BANCO PASTOR, SIN IRA.

 

Estoy frente a la pantalla del ordenador tratando de escribir unas líneas sobre la noticia que se conoció el pasado viernes: la absorción de Banco Pastor por el Banco Popular Español. ¡Siento una gran pena! Las gentes de Banco Pastor, “o noso Banco”, que han luchado y defendido la entidad como una cosa propia, superando una y otra vez las crisis económicas que se fueron sucediendo en el transcurrir de los años, y las propias, generadas por decisiones equivocadas de sus máximos dirigentes, de la noche para la mañana nos vemos invadidos de una tristeza depresiva.

Allá por el año 2004, le dirigí una carta al por aquel entonces Presidente de la Asociación, que fue publicada en el Boletín y, entre otras cosas, le decía a raíz del trato que asociados estábamos recibiendo por parte del Banco, haciendo una referencia al nuevo Consejero-Delegado, procedente, precisamente, del Banco Popular:

 

¿Qué queda de lo que muchos, una gran mayoría, consideraron a la empresa “o noso Banco”? ¿Qué queda de la estima que tenía D. Pedro Barrié --a quien Galicia le debe un gran homenaje-- a sus empleados? El gran fracaso de la/¿nuestra? Empresa --es una opinión personal-- ha sido no haber podido generar media docena de directivos que pudieran haber optado al máximo puesto ejecutivo, pero ello no es fruto de la incapacidad de nuestras gentes que, a distintos niveles, ha salido airosa de los desafíos que le fueron planteados en distintas épocas, sino de la actuación de algunos, después fracasados, que no dejaron crecer la hierba ni florecer las plantas.”

 

Lo cierto es que en los últimos lustros nuestra añorada empresa no tuvo éxito en la elección de sus máximos ejecutivos. Primero diseñaron una organización desproporcionada a nuestro tamaño, con el objetivo de ser líderes entre las pequeñas y medianas empresas. El experimento fracasó, acompañado de pérdidas muy importantes. Nuevas reorganizaciones, nuevos ejecutivos, adelgazamiento de la red y reducción al mínimo de los efectivos humanos.


Luego expansión de Oficinas e incremento desmesurado de la plantilla. Experimentos en la clasificación operativa de las Oficinas, entretenidas en diseños comerciales que fueron un fracaso. En esos años se produjeron, de forma indiscriminada, prejubilaciones, jubilaciones anticipadas (en algunos casos, para provocarlas, atentando contra su dignidad personal y profesional), que vaciaron de experiencia y conocimiento la empresa, sin dar tiempo a que los nuevos empleados, recién licenciados de la Universidad, tuviesen tiempo a formarse en lo más elemental del oficio bancario: ¡ya no había profesores! .


Pero en esta desastrosa política tuvieron mucho que ver los que formaban el segundo nivel ejecutivo, que yo los tengo agrupados bajo un nombre genérico, que no viene al caso. Cometieron tantos errores --por llamarle de alguna manera-- que adelgazaron la red rural de Oficinas, especializadas en la captación de recursos --tan importante en la Banca actual-- apurando la salida de los que estaban al frente de ellas, que conocían muy bien el medio en que se desenvolvían y contaban con la confianza de los clientes, y, con nuevos experimentos organizativos, disminuyeron la realidad y el potencial comercial de gran número de oficinas. No hay más que observar lo que son actualmente algunas Oficinas: grandes, intermedias y pequeñas (si no desaparecieron).


Pero lo de ellos era expansionar el Banco, multiplicarlo, duplicar o triplicar el Balance en pocos años, asignándole a este objetivo algún nombre llamativo, como si fuera una operación policial. No cayeron en la cuenta, no sabían, que volumen por si solo no es sinónimo de rentabilidad, que crecer por crecer, si no se contemplan otros parámetros, origina gastos y conduce al desastre, como sucedió. Tampoco sabían que la presión comercial en las tareas inversoras es inversamente proporcional a la sanidad del riesgo. En otras palabras, para que se entienda, a mayor presión para expansionar la inversión, peor calidad del riesgo.


Los resultados están a la vista. Y yo pregunto, refiriéndome a éstos últimos 10 años, ¿cuál fue el papel desempeñado por nuestra Auditoría Interna? ¿Qué dictámenes hicieron llegar a la Alta Dirección? ¿Qué análisis de riesgos emitieron desde los Departamentos de Riesgos, especialmente el que estudiaba los grandes riesgos? ¿Por qué se olvidaron que la concentración de riesgos y especialmente en el riesgo sectorial, es letal en una empresa bancaria? ¿Por qué se olvidaron de las cuestiones más elementales del análisis y la gestión del riesgo? ¿También creyeron que los ciclos económicos ya no existían? ¿Qué hizo el Consejo de Administración, compuesto por personas altamente cualificadas, para controlar a los Altos Ejecutivos y a los de segundo nivel? ¿O fueron sus propias directrices?


Cuando me jubilé en el año 2000 el Banco quedaba en una situación real de baja morosidad, por mérito de los profesionales que trabajábamos en aquellos tiempos en la Red, y mantenía la estructura sólida de la empresa (los inmuebles), y la rentabilidad era aceptable. Todo se vino abajo y, finalmente, nos hemos quedado sin empresa. Pero nuestra clase política --toda—no está libre de culpa, especialmente los que están al frente de nuestras Instituciones representativas, a las que avisé hace dos años de lo que podía pasar con Banco Pastor, como antes pasara con Unión Fenosa. Para ellos mi crítica más enérgica. En 15 días nos hemos quedado sin sistema financiero gallego, y dentro de poco tampoco seremos dueños del aire que circula por nuestra tierra, pues leí hace unos días que este Gobierno agónico que tenemos (el nacional), va a decretar su competencia estatal sobre la industria eólica. ¿Tendrá razón Celso Emilio Ferreiro que somos “o país dos ananos”?

 

Finalmente, quiero tener un recuerdo para la que fue nuestra Presidenta, Doña Carmela Arias (q.e.p.d.), que supo mantener hasta el fin de sus días la independencia de Banco Pastor, conservando la institución más emblemática recibida de D. Pedró Barrié de la Maza, ese gran hombre al que me he referido más arriba.

 

Debo terminar dándole un mensaje de ánimo a los compañeros en activo y desearles que la integración y la andadura en la nueva empresa les sea favorable.

 

José Gómez Blanco 10.11.2011


P.D. Como en los últimos años me he dedicado a reflexionar sobre la crisis que nos asola, especialmente la nuestra, como anexo incluyo uno de mis trabajos, titulado: “Cuándo se fastidió la Banca en España?, que amplia lo escrito más arriba. Este trabajo está publicado en la “Revista de Finanzas y Banca” en Junio 2011, y anteriormente en el “Foro de Mario Conde”. Espero recibir las críticas de los lectores, que consideren que merezco, pues se trata de una visión personal y parcial de lo sucedido en el sistema financiero español en los últimos años.

 

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Octubre  /  2011

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